domingo, 24 de abril de 2011

LA SEGUNDA VUELTA: NO ES BUENO PELEAR ENTRE QUIENES TENEMOS QUE OPTAR POR FUJIMORI O HUMALA


Desde que quedó claro que la segunda vuelta dejaría fuera de la contienda a Toledo, Castañeda y Kuczynski, los peruanos que han ido optando por Humala como la opción menos mala según su concepción, han comenzado a ser atacados en lo personal por quienes insisten en que el mal menor es la señora Fujimori. Eso se ha percibido en los diarios en que escriben especialmente quienes adhirieron a Kuczynski o en los programas de televisión que conducen.

No creo que este sea el momento para dividir a los peruanos que estamos obligados por el sistema a optar entre uno u otro. Está claro que ambos no llenan las expectativas. Si así fuera cualquier de ellos hubiera sido nuestra primera opción y no estaríamos contando dentro del número de los que debemos de escoger la segunda de entre lo que queda.

LAS DUDAS QUE DEJARON FUJIMORI Y HUMALA

Es evidente que Fujimori, quien promete no tocar el sistema económico que ha permitido el crecimiento de las cifras en el Perú, participó activamente de un gobierno donde incluso la economía, a pesar de la inyección de la venta de las empresas públicas cuyo producto desapareció por la rapiña de su mismo grupo que hoy la aúpa, el que se encontraba al mando como consecuencia de un sistema político impuesto luego de un golpe de Estado donde se cancelaron las libertades públicas y donde se envileció el país en general, empezando por las fuerzas armadas, pasando por los medios de comunicación y terminando en las pobres madres a las que se les arrebataba la capacidad reproductiva.

Es evidente que Humala que promete respetar el sistema político, no ha deslindado con quien dirige un país al que su presidente ha sumido en la desinstitucionalización y donde se persigue a los opositores y donde, además, se ha impuesto un modelo económico que el Perú probó sin éxito en los años 70, desde el golpe militar de Velasco.

Es decir, en ambos casos hay razones para no creer. Optar por uno o por otro es casi una tarea de intuición. Una apuesta sin el conocimiento cabal si lo que está detrás de las palabras o las sonrisas, de las promesas de cambio, son reales o se hacen para atraer al electorado y así ejercer el poder en la tónica en que originalmente lo detentó la familia Fujimori o como inicialmente lo planteó el comandante Humala.

TODAVÍA HAY UN PAPEL QUE JUGAR EN LA CONSOLIDACIÓN DEL SISTEMA DEMOCRÁTICO

Sin embargo, debemos tener bien en claro que esa opción que se hace por cualquiera de los ciudadanos que votaron por los otros candidatos debe de entenderse dentro de la convicción de preocupación por la democracia y la libertad, así como de la vocación de lograr que se repita en el nuevo gobierno el modelo económico que si bien no ha demostrado una eficacia total, por lo menos ha puesto a muchísimos peruanos al pie de la escalera, por la cual cada uno de ellos, sin ayuda, ha comenzado a escalar, como lo señala Jeffrey Sachs que sucede ineludiblemente, en su libro “The end of poverty”.

Para cualquier grupo de ellos, los que opten por ella o por él, la tarea es inmensa y el coraje que se ha de tener que desplegar para resistir a un poder que se pueda pretender desbocar más allá de las promesas de auto restricción que se harán en el curso de esta campaña de segunda vuelta, debe de estar presente en todo momento. Si aceptan un cargo público, la renuncia es un documento que debe de estar escrito desde el primer día en tanto que las ofertas que se hagan para lograr el enrolamiento de ese personaje importante, no se cumplan y se dirija a la nación por un rumbo diverso al que ese convocado entiende como sano.

Si la persona se mantiene en la independencia del gobierno, debe de saber ejercerse una crítica con moderación en tanto que no se deformen los derechos fundamentales o no se cambie dramáticamente de curso en el devenir económico. Quienes no hemos ganado la elección tenemos el deber de entender que no es nuestro plan de gobierno el que ha de ponerse en marcha, sino aquel que se rehaga por cada uno de los todavía postulantes de cara a obtener el respaldo de todos aquellos que corporativamente les daremos la mayoría necesaria para conducir los destinos del país en el próximo lustro. En ese sentido, cualquier discrepancia con lo por nosotros sostenido en la primera vuelta no puede dar lugar a una grita ni a promover un escándalo mediático, sino que el rechazo debe de producirse cuando resulte evidente, si acaso llega ese momento que esperamos nunca arribe, que se está abandonando las bases del sistema democrático.

TENEMOS QUE APARTARNOS DE LA INTOLERANCIA

Los ataques que hoy percibimos en contra de los que optan se instalan abiertamente en la intolerancia, contravalor que agrede directamente al sistema de libertades en que, por lo menos teóricamente, se dice que queremos vivir. No son discrepancias de ideas sino cuestionamientos a las personas, acusaciones de deslealtad que no caben en esta instancia. Cada uno de ellos, cada uno de los que participó en la primera vuelta en un partido lo hizo seguramente con integridad, poniendo lo mejor de sí. Cambiada la situación por la decisión democrática de la mayoría, modificado el panorama como consecuencia de la expresión de la voluntad popular, tiene todo el derecho de poder contribuir, como mejor entiende que lo hará, con el sector que cree que mejor respetará y hará realidad el proyecto por el cual se esforzó.

LA VIGILANCIA DEMOCRÁTICA

A lo que debemos estar atentos es a actuar decidida y vigorosamente en caso que se distorsione la democracia, en la eventualidad que se cancelen las libertades, cuando percibamos que se reinstala en el país la corrupción como sistema y se abra paso la impunidad, en tanto que se haga imposible el desarrollo económico y, por lo mismo, se cancele la posibilidad de progreso y bienestar para todo el país dado que, ya es obvio a estas alturas del desarrollo histórico, que no se puede repartir miseria.

Allí no importará la opción que en esta coyuntura se haya adoptado. Si quien ganara, fuese el que fuese, dejase de lado la promesa que hizo posible que alcanzara más del 50%, incluso quienes lo siguieron creyendo en esa oferta estarán en la obligación de reprobar ese proceder y de trabajar junto con quienes decidieron por el candidato adversario, a vigilar y combatir por la vigencia plena de las libertades en el Perú.

En todo caso, si ninguna de estas dos opciones en las que hemos aterrizado como país nos satisface, tendremos la obligación cívica, más allá del voto que deberemos depositar el 5 de junio, de trabajar para que se fortalezca una de las que ahora no triunfó y a las que adherimos o una nueva y diferente, una que integre todos esos postulados que hacen grande una nación moderna y permiten el desarrollo y la felicidad de sus habitantes.

No es agrediendo a los que no tienen candidato propio como se fortalecerá una unión que será necesaria en el caso que tengamos que combatir a una dictadura o protodictadura o a un proyecto de corrupción redivivo. En ese momento, las heridas que hoy se abran como consecuencia de la intolerancia y de la boca pronta para el agravio de hoy pueden hacer mucho más difícil la tarea de la recuperación del país y de los valores a los que creemos debemos de adherir siempre para tener una nación grande.

Después de todo, y ello quedó claro luego del fracaso del sistema comunista, por el camino de la pura igualdad no se puede obtener la libertad, aunque también es verdad que por el camino de la pura libertad todavía no se ha demostrado, salvo en el caso de los países nórdicos que se aproximan bastante al ideal, que se pueda alcanzar la igualdad.

Alberto Borea Odria


Foto: Internet

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