El resultado, se señalaba más como pretexto que como esperanza, era que habría partidos más democráticos y que se mejoraría la calidad de la política en los países que adoptaran ese esquema. Nada de eso pasó. El resultado fue directamente el contrario.
Estos desajustes van desde la propaganda electoral multiplicada hasta el desmoronamiento de la cohesión en las organizaciones políticas encargadas de darles rumbo a los países.
En primer lugar veamos la contradicción real y de diseño de Estado. El voto preferencial fomenta que en vez de políticos que tengan una visión integral de la sociedad (el político debe de integrar intereses distintos que se presentan la comunidad) se dé paso a la representación de intereses parciales que no toman en cuenta el bienestar del país sino el concreto pliego de reclamos de cada sector. De esta forma, el candidato que busca un lugar en el Parlamento no se promociona por el trabajo que en beneficio del país ha hecho o por las capacidades que para ponerse por encima de las parcelas tiene, sino, precisamente por todo lo contrario.
Él, que se supone que va a ser representante de la nación entera, hace la campaña prometiendo representar a los “viejitos”, a los exportadores de pescado, a los importadores de alimentos, a los profesores de primaria, a los que van a hacer que funcione las emergencias en los hospitales, a los tituladores de tierra, y así sucesivamente, cantidad de tareas que, además, corresponden al Ejecutivo.
Con esto se habrá roto el principio de representación de los intereses nacionales. Eso es lo que ha pasado en los últimos años. Hemos tenido el parlamentario de los pesqueros, el de los mineros, el de los cantantes, el de los deportistas, pero cada día tenemos menos los representantes del Perú, los que ven la política como conjunto, que es precisamente lo que tienen que fomentar los partidos.
LAS IDIOTECES QUE SE VEN COMPELIDOS A HACER LOS CANDIDATOS PARA PROCURARSE VOTOS QUE LOS LLEVEN AL PARLAMENTO Y LA DEVALUACIÓN DE LAS INSTITUCIONES DEMOCRÁTICAS
Incluso, y lo digo con pena, hace pocas noches vi en un programa de televisión a Martha Hildebrandt, lingüista de reconocida capacidad intelectual, enseñando una vela como símbolo de su campaña. Es decir, convertirse en notorio para salir, dejando de lado la faceta importante de lo que ha hecho por el país si esa persona es notable. ¡Qué pena! Pero hay que pensar que todo eso puede cambiar si se tiene el suficiente coraje para hacerlo. Los caminos ya están trazados.
LAS CONSECUENCIAS EN LA PROPAGANDA ELECTORAL, LA QUE SIN EMBARGO DEBE DE ACEPTARSE SI SE INSISTE EN ESTE SISTEMA
Si no hubiera voto preferencial no se presentaría ninguno de estos inconvenientes y, por lo que se ha visto hasta ahora en estos casi treinta años, no nos privaríamos de ningún beneficio.
Si se habla de la fiesta democrática, pues es como cuando se pone cadenetas en la fachada de una casa para celebrar un matrimonio, nadie está destruyendo la fachada, cuando pase el evento, desaparecerá la cadeneta y volverá la casa a tener el aspecto de antes. Lo mismo pasa en la democracia. En las elecciones es normal que suceda este festival que, además, no tiene consecuencias perjudiciales. Termina la campaña y se levantan los paneles o se recogen los avisaos o, por último, se limpia. Es el costo que hay que pagar porque el sistema funcione. Peor es una dictadura donde nadie distinto al gobierno puede anunciar nada. Será todo muy ordenado visualmente pero muy lúgubre desde la perspectiva de las libertades.
Por lo demás, la legislación peruana ha señalado que todo el proceso electoral, que incluye por cierto la manera y forma de hacer propaganda, está regulado por el Jurado Nacional de Elecciones, así que no sé que hace la alcaldesa de Lima metida en menesteres para los que no tiene competencia y donde parece olvidarse que hace muy pocas semanas andaba haciendo lo que hoy censura. Todo eso a tambor batiente de cierta prensa que nunca distingue las cosas y que no pone los temas en perspectiva nacional sino en el conveniente escandalete diario que fomentará debates absurdos desarrollados en dimes y diretes donde venderán más su allí sí, nocivo producto.
En suma, lo que deberá hacerse de inmediato se reúna nuevamente el Congreso es acabar con esta necedad del voto preferencial. Los partidos, en caso que elijan mal a sus candidatos serán sancionados por el voto popular, pero, seguro, tendremos políticos en serio y no personajes de pura coyuntura, integrando el Congreso de la República.