martes, 18 de enero de 2011

EL FOMENTO DE LOS FALSOS VALORES: EL CASO DE MERCEDES ARAOZ


Mercedes Araoz no es minusválida. Es una persona capaz que ha desarrollado en el campo para el cual ha estudiado un servicio importante a la nación. Formó parte del equipo que lideraron Alfredo Ferrero y otros profesionales para la firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y fue luego reclutada por el Presidente García para que asumiera una cartera ministerial. No estamos, pues, hablando de una persona que no sabe lo que hace o que rezuma inocencia por todos sus poros. Es una ciudadana con varios kilómetros recorridos.

NO ES CREÍBLE LA VERSIÓN DE MERCEDES ARAOZ
Resulta inverosímil por ello que haya planteado exigencias cuando aceptó la candidatura presidencial, que habrían sido escuchadas luego y sin chistar, por la propia bestia negra que se creó para propiciar una salida que ahora quiere honrosa y que, encima, se le queme incienso y se le ponga en un altar.

Mercedes Araoz sabía de los sofocos de Jorge Del Castillo desde el primer momento. Ha sido miembro del gabinete que él presidió por dos años. Como todos los peruanos debe de haber estado al tanto de las noticias del caso, de las acusaciones, contradicciones, explicaciones y demás. Nunca dijo nada en ese debate ni tampoco cuestionó al ex primer ministro por su proceder.
EL PROPIO JORGE DEL CASTILLO PARTICIPÓ DE LA PROPUESTA PARA QUE ASUMIERA LA CANDIDATURA
Uno de quienes la propuso públicamente para asumir la candidatura presidencial fue precisamente Del Castillo. ¿No sabía en ese entonces que su pretexto de hoy estaba bajo un proceso de investigación? Mucho más creíble es, en este punto, la versión del “Tío George”. También sabía que no estaba condenado y supongo que conoce del principio de presunción de inocencia. Estos argumentos le bastaron entonces, cuando el Presidente de la República la había ilusionado sobre lo mucho que podrían avanzar en la carrera electoral (cosa que por lo demás ella misma ha relatado) y todo era color de rosa: su imagen más la fortaleza del partido serían suficientes para la meteórica metamorfosis de técnica a lideresa política.
Si los apristas lo hicieron para tratar de encontrar una locomotora para jalar sus vagones congresales, no debió escapar a su criterio. A esas alturas y después de todo el kilometraje que le da una vida donde ha sido por más de 4 años y ministra del Presidente García, ella tenía que saber a qué se metía.

LA ILUSIÓN ROTA Y LA INVENCIÓN DEL PRETEXTO
Lo que sucedió después fue que ese cambio no se dio. Ese panorama promisorio no se materializó. Que no hizo “click” con la población y por lo mismo su candidatura podía apuntar, en el mejor de los casos, a pasar la valla electoral, es evidente. En eso ya no había encanto, pero nada obstaba para reconocerlo francamente y señalar que no había tenido éxito. No había que endilgarle el fracaso a alguien. En la vida política se pierde y se gana. Eso no es desdoroso. Pero, tal vez por su falta de participación en estas lides pensó que su imagen se mellaría severamente con la derrota y no quiso afrontarla, decidiendo hacer control de daños personales.

A diferencia de lo que sucede con quienes se involucran en los proyectos de sus partidos más allá de los resultados, aquí no cabía para ella, otra cosa que una victoria, computada, claro está, no en ganar las elecciones, sino en obtener un respaldo popular que no se contradijese con lo que el Apra dice que es. Esa valla parecía cada vez más esquiva.
Entonces el término “condena” pasó a ser el de “acusación”. En el primero Jorge del Castillo no se veía retratado. En el segundo, obviamente estaba incurso. Es claro entonces que no pudo haber una oferta del secretario general de ese partido en los términos que ella lo cuenta ahora.

Cuando estuvo con la cuenta en contra, lo que eran sonrisas y mieles (todos hemos visto las imágenes en la televisión cuando le levantaba el brazo en el anuncio de su candidatura) se tornó en acritud y exigencia. La lógica más elemental señala que ese fue el itinerario del conflicto.

LA EQUIVOCACIÓN DE ELEVARLA AL RANGO DE SANTA POLÍTICA
Pero hay cierta prensa que en el Perú propicia rápidamente, a veces por cálculos electorales puros y a veces sólo por mostrar un becerro para adorar, la aparición de falsos valores que no se sustentan en la solidez de una trayectoria sino que pretenden que resultan de un relámpago que aparece en la noche negra.

¿Supimos antes de los afanes de la Dra. Araoz en su lucha por la recuperación democrática entre 1992 y el año 2000? La verdad que no. ¿Zanjó abiertamente con los actos que hoy critica de quienes fueron sus compañeros por todos estos años? Tampoco sabemos de ello.

Es verdad que en los gestos se muestra muchas veces la nobleza, pero esos gestos vienen precedidos de una trayectoria larga donde se han demostrado con tenacidad valores. Bolognesi sabía que iba a la muerte y que se enfrentaba a un enemigo superior mucho antes de la respuesta. Grau conocía cual iba a ser probablemente su destino y lo enfrentó antes que se hundiera el Huáscar. Ni qué decir de Cáceres, quien contribuyó como pocos en la historia a la autoestima de nuestra nación.
Su retiro obedece, a mi criterio a cálculo y a pretexto. No veo como se la pudo engañar y no entiendo como no pudo darse cuenta de todos los problemas que luego aparecieron. No estamos pues ante alguien que con tenacidad y desde el comienzo puso los puntos sobre las íes en una batalla principista, sino ante quien salta del barco cuando comienza a hundirse. No se trata de Alfonso de los Heros renunciando al premierato luego del golpe de Fujimori. Esto es algo muy distinto y no da para nada para entonar odas públicas por dejar el encargo.
Obviamente, Mercedes Araoz no nos puede convencer de que ella es la Caperucita Roja.

Alberto Borea Odria
Fotos: Internet

No hay comentarios:

Publicar un comentario