miércoles, 17 de noviembre de 2010

¿DEMOCRACIA Y VOTO IGUAL EN LOS PARTIDOS?

Alberto Borea Odría

Aristóteles decía hace más de dos mil años que no siempre la ley más perfecta es la mejor ley. Eso tiene que ver, sin duda, con que siendo esta un instrumento que pretende normar la conducta social, ha de tomar en cuenta la realidad sobre la que se va a aplicar y la idiosincrasia o realidad formativa de la gente que exigirá su cumplimiento y la que deberá de obedecerla.
Se repite a cada instante el lugar común de que en los partidos políticos la democracia interna se construye con la fórmula de un militante un voto. Ello no es ni correcto ni conveniente. Ello significa traspasar la realidad nacional que es global y obligatoria a la realidad de una organización de la sociedad que es voluntaria y parcial. Mientras que en la primera todos tienen que participar por imperio de la Constitución que define quiénes son los ciudadanos y cómo participan en el proceso de poder, en la segunda sólo participan los que quieren, los que se sienten afines a los postulados o principios, los que pueden ser fijados por ellos mismos.
A ser ciudadano se llega luego de haber transcurrido 18 años como parte de un país, donde, se le ha inculcado desde niño a través de la educación, de la historia y los valores nacionales, así como de sus aspiraciones. Para ser miembro de un partido, no hay tanta preparación ni tanta presión social. Una persona se inscribe en una organización de estas por los más variados motivos y normalmente allí comienza recién el aprendizaje de los símbolos comunes y de las claves de la convivencia en esa organización.
Los partidos se desarrollan con relación al resto de la sociedad en la medida en que sus miembros se esfuerzan por cumplir las diversas tareas que hacen que esa organización se distinga y convoque a su seno a otros ciudadanos. Para ello es necesario un desempeño calificado de quienes lo integran.
Si bien una persona puede inscribirse en un partido, ese solo hecho no le puede significar la igualdad con todos aquellos otros que tienen años en la organización, que han empleado su tiempo y entregado un gran sacrificio a la causa y se han integrado con los valores de esa comunidad parcial.
Es por ello que en un partido político debe, a mi criterio, establecerse una democracia con voto calificado. Podría, por ejemplo, establecerse que se lleven libros donde se registre la antigüedad del militante, los servicios que el partido ha reconocido a lo largo de los años y las posiciones que en esa organización ha ocupado, además de otros méritos o deméritos, y otorgar un plus por cada uno de estos factores. Así, quienes se inscriben solamente porque presienten que ese partido tiene opción en el siguiente proceso, o han sido llevados a esa organización por algún pre candidato con el propósito de inclinar a su favor la balanza de la nominación, no distorsionarán la voluntad de la organización.
Si los partidos han de ser responsables por los candidatos que presentan, hay que acabar con las propuestas fáciles. Hay que hacer una modificación de la ley de partidos y hay que dejar de repetir conceptos si antes no se reflexiona bien sobre ellos y las consecuencias que traerá su implementación.
Democracia interna, sí. Responsable, como la que el país le pide a los partidos. Entrismo y copamiento electorero, no. Porque ello desmorona las organizaciones que deben de erigirse en intermediarios serios entre el pueblo y el poder.     
  

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