miércoles, 17 de noviembre de 2010

MARIO VARGAS LLOSA: TALENTO, FIRMEZA Y PERSEVERANCIA

Alberto Borea Odría

            Imposible no expresar, para quien tiene alguna tribuna en nuestro país, la complacencia que los peruanos sentimos por el Nóbel otorgado a nuestro ilustre y querido Mario Vargas Llosa. En un país donde la envidia y la mezquindad parece ser la flor nacional, una conducta colectiva como la que ha promovido la concesión de este premio universal nos hace abrigar la esperanza de que esto cambie y que los éxitos de nuestros compatriotas sean vistos con alegría por todos. Seremos más grandes como país en tanto todos procuremos emular a nuestros adalides.
            Mario Vargas Llosa está dotado de un especial talento literario. Eso, quienes somos creyentes podemos atribuírselo a Dios y los que no a cualquier otro factor. Pero esa cualidad que lo adorna serviría de poco si es que no la hubiese acompañado con otras dos en donde sí ha jugado un papel especial su voluntad y su determinación: la perseverancia y la firmeza.
            Los grandes han tenido siempre talento, pero han debido cultivarlo y disciplinarlo para ponerlo en valor. Traducido a pequeños ejemplos que el lector entenderá bien, no basta tener las condiciones de Kukín Flores para ser un gran futbolista y que se le reconozca como tal.
            Beethoven decía que él era 98% perseverancia y 2% genio. Bolívar, el gran estratega que nos dio el triunfo militar señalaba que si tenía éxito era por su tenacidad. “Dios, decía, le concede el triunfo a la constancia”. No le atribuía el suceso en sus empeños al brillo inmenso que como militar tenía. Claro que ello puede ser una exageración generosa propia de los grandes, pero no deja de trazar una lección para que los países sean más grandes.
            Mario Vargas Llosa, ha declarado en diversos medios que es muy metódico en su trabajo y que la literatura exige una disciplina como todo en la vida. Una disciplina, además, muy exigente. No deja que su bien dotada inteligencia fluya sola. Se pone a trabajar desde temprano, la estimula, la pone en trance de expresarse de la más bella forma de la que él es posible de conseguir.
            Pero, además, nos deja el ejemplo de su determinación. Sus ideas y su posición que fueron modelándose como consecuencia de su inquietud por alcanzar la libertad y contribuir a la felicidad de las personas que conforman la sociedad a la que pertenece, el Perú en primer lugar, como lo reconoce y hace un buen tiempo el mundo, que lo cobija, han sido mantenidas contra viento y marea, aun a costa de no sintonizar con lo que se estima en el colectivo de la mediocridad como “políticamente correcto”.
            Si eso le resta el número de admiradores, mala suerte. Su palabra no cambiará por ello. Si eso le resta posibilidades de un premio, tampoco servirá de desvío de su eje de pensamiento. Eso es lo que Valentín Paniagua llamaba no sólo hombría de bien, que muchos tienen, sino “hombría de la otra”, aquella que es precisa en las coyunturas difíciles de los países y los continentes para poder hacer cambiar el rumbo de la historia, aunque en ese instante no se alcancen los triunfos o no se escuchen aplausos sino silbidos.
            Hoy, con un país en que paso a paso se alcanzan cotas más altas de calidad de vida, aunque la meta aún se halle lejana, las ideas de libertad y progreso que machacó Mario Vargas Llosa en su inmersión en un agua que no era la más suya en los años 90, han encontrado eco.
            Felicitaciones a Mario Vargas Llosa y que sigamos celebrando sus éxitos venideros.
           

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