martes, 28 de diciembre de 2010

BUENOS CANDIDATOS, PARTIDOS, DEMOCRACIA INTERNA, VOTO PREFERENCIAL, DEMAGOGIA ACADÉMICA Y FACILISMO PERIODÍSTICO



Alberto Borea Odria


Cuando se acerca el momento de definir quiénes serán los candidatos al Congreso, la prensa, los miembros de las ONG y demás académicos, comienzan a dar consejos acá y acullá acerca de cuál debe ser el perfil de los candidatos que deben de presentar los partidos para la justa de Abril.

Pero esto no basta sólo que sea un buen deseo. Para llegar a ese producto tiene que trabajarse con seriedad y con tiempo y ello implica armonizar, cuando menos, los cinco conceptos a que se hace referencia en el título de este artículo. Además, cada uno de los actores debe de jugar su rol para evitar que un entremezclado de conceptos hagan imposible que se logre el bien deseado.

A LA CAZA DEL CANDIDATO IDEAL

Todos coinciden en que los candidatos deben ser perfectos: solventes académicamente, honestos en su conducta, honrados en su economía, leales al pueblo que los eligió y a los partidos que los postularon, respetuosos de las instituciones y de los valores nacionales, conocedores de los problemas del país, con conexión en los pueblos a los que pretenden representar, amén de otras características que escoge cada uno de los entrevistados o articulistas. Todas esas virtudes, por cierto, estiman que han estado ausentes (y lo han estado) en las últimas composiciones del Congreso. Especialmente desde el golpe de Fujimori.

¿Cómo se hace entonces para que esto no suceda? ¿Cómo elegimos buenos candidatos que de ser electos resulten siendo buenos parlamentarios? ¿Cómo hacemos realmente responsables a los partidos y no les atribuimos fallas del diseño que desde fuera se les impone?

LOS ESCOLLOS QUE SE PONEN A LOS PARTIDOS PARA CUMPLIR CON ESA TAREA. LA DEMOCRACIA INTERNA DE LOS ASCÉPTICOS

Sin duda, la primera responsabilidad corresponde a los Partidos Políticos, sin embargo, el sistema que se ha implantado traspolando lademocracia nacional a la marcha interna de los partidos constituye un primer escollo para hacer responsable a la dirigencia. Según lo que hoy se entiende como políticamente correcto, cada militante debe de tener un voto, independientemente de los méritos que haya desarrollado en su vida personal o en su entrega al Partido. De esta forma, un llegado ayer que cuenta con el apoyo de una gran maquinaria propagandística o un fuerte respaldo económico y que no conoce los fundamentos doctrinarios de la organización donde se ha inscrito la víspera o donde nunca ha hecho nada notable o que haya significado esfuerzo o sacrificio, puede imponerse con facilidad a los militantes que durante años han entregado su vida y comprometido sus bienes en la ilusión de construir un partido.

Por lo demás, en un parlamento, los partidos deben llevar a sus cuadros no sólo más identificados, sino mejor preparados para la tarea que se propone realizar. Si la prioridad del país para un quinquenio es la agricultura, entonces aunque cuenten con un gran matemático, más útil va a ser el que tenga menos pergaminos académicos pero con conocimientos más vinculados a esa rama que se quiere privilegiar. También debe llevar a aquellos que traducen mejor la esperanza del pueblo, porque también se presentan los casos de sabios totalmente alejados del sentimiento social. Después de todo, la democracia no es una sofocracia.

Todas estas y muchas más variables deben ser analizadas por los que tienen la responsabilidad de conducir. Por eso es que hemos propuesto en otros artículos y trabajos que se revise este concepto de democracia interna y que la mismas se haga a partir de un reconocimiento de méritos y actitudes o procederes considerados valiosos en ese partido, los que deben ser conocidos por los ciudadanos desde el momento mismo en que quieren afiliarse, de tal forma que a nadie se le engañe y que quien ingresa a una organización a tratar de cumplir su vocación pública conozca cual es el camino para ascender hasta el momento cumbre de la representación política o del gobierno en nombre de ese ideal que abrazó.

De esta forma, el partido puede hacerse responsable por lo que sus autoridades deciden y los dirigentes pueden dar la cara por aquellos que han incorporado a sus listas.

EL VOTO PREFERENCIAL DE QUIENES QUIEREN LA DEMOCRACIA PERFECTA. LA PRENSA QUE COADYUVA A LA DISTORSIÓN

Esta misma disyuntiva se presenta en cuanto al voto preferencial, pero con una responsabilidad compartida entre el partido y la ciudadanía. Es verdad que los partidos ceden a la tentación de presentar a las candidaturas a personajes populares que arrastran un voto no ilustrado, un voto inconsciente que confunde la notoriedad en distintos aspectos (deportivos, folklóricos, musicales, periodísticos, etc) con la tarea de representar al país dentro del programa de un partido. Pero también es cierto que la ciudadanía que luego reclama por la presencia de quienes resultan mudos o mudas en las cámaras y sin ideas solventes que proponer o conceptos claros para intercambiar en el debate, votaron por la matadora tal o el bailarín cual. Es más, la prensa, como es noticia que un farandulero pretenda representar al país por el sólo hecho de provenir de ese mundo, le dedica espacios infinitamente mayores que los que concede a aquellos que plantean los temas nacionales en términos racionales. Otra vez, la reiterancia pública sobre la obligación del partido no se conjuga con los instrumentos con los que posee para seleccionar y con el papel que juegan los demás actores que tienen una significación política en el país.

No obstante estos problemas serios, muchos se dejan llevar por los aparentemente correctos conceptos, como si se pudiera usar los mismos en naturalezas distintas con el mismo beneficio. No se ha hecho todavía un debate en serio sobre estos temas porque cuando se proponen se moteja a quien los plantea como poco democrático, con el agravante que quienes espetan el calificativo hicieron muy poco a pesar de sus posibilidades por la recuperación del sistema en el país cuando las épocas de eclipse de las libertades.

RESPONSABILIDAD PERO CON CAPACIDAD PARA DECIDIR

En suma, si lo que se quiere es una democracia actuante donde el pueblo elija entre los equipos que presentan los partidos, hay que dejar a estos que decidan cuáles son esas figuras a las que quieren representar, fiscalizando sólo, en todo caso, el cumplimiento de las normas que ellos mismos se dan para su funcionamiento interno. Si no las cumplen, debe de arbitrarse un camino al interior del propio partido para la resolución de los conflictos y si esto no es respetado o seguido deberá recién entrar la fiscalización externa.

Si la sociedad encuentra que los partidos con sus reglas no satisfacen su aspiración democrática, entonces se formarán nuevos que tendrán nuevas reglas y a los que la gente acudirá para reemplazar a aquellos antiguos que no supieron dar paso a las nuevas hornadas de políticos que van a pareciendo en una sociedad.

De otro modo es muy difícil exigirle responsabilidad a quien no tiene los instrumentos suficientes para controlar el resultado de sus propios actos. Será solamente deseos que se presentan como pensamientos, los famosos “wishful thinkings” o conceptos que sólo conseguirán por su inaplicabilidad real, una mayor desilusión al generarse una mayor distancia entre la norma y el hecho agravada por el continuo martilleo de que esa quimera es la forma perfecta de realizar la democracia.
Foto: Internet

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