miércoles, 17 de noviembre de 2010

BAENA SOARES: LA DIFERENCIA ENTRE LO NOTORIO Y LO NOTABLE

Alberto Borea Odría

Es muy fácil en un mundo donde se acostumbra andar por el sendero ancho de las formas, el confundir a los notorios con los notables. Se les da a los primeros un estatus de personaje por el hecho de haber ocupado cargos formalmente importantes aunque desde los mismos haya promovido desastres, abandonado la firmeza y confundido las cosas en aras de la comodidad de permanecer en esa posición.

Eso acaba de pasar en el Perú con Joao Baena Soares, quien cuando fue Secretario General de la OEA se prestó a convalidar el zarpazo de Fujimori y a disfrazar de democracia lo que era una naciente dictadura de la que nos costó 8 años salir. Vino, increíblemente, a dictar una conferencia sobre democracia y supervisión electoral ¡Cómo si tuviera algo importante que decir sobre esos tópicos! ¡Cómo si los peruanos pudiéramos pasar por alto que no obstante tener en su cargo de Secretario General  a su disposición todas las armas para cortar de raíz la dictadura que se había declarado, consintió con el cierre del Congreso y se avino a endulzar el parto de un proceso que fue funesto para el Perú y del que hasta hoy padecemos sus consecuencias! (Basta mencionar el caso Crousillat)

Es bueno señalar que meses atrás del golpe de 1992, América había aprobado la resolución 1080 en Santiago de Chile, la que le hubiera permitido a cualquier Secretario General comprometido con la democracia, presionar firme y debidamente para el restablecimiento de la misma. El propio Baena en su alocución (en la que originalmente no dijo nada sobre el Perú) reconoció que el Secretario General es un funcionario político que tiene iniciativa. Pues bien, nunca la ejerció a favor de la democracia peruana.

Cuando una delegación del Senado fue a Washington a explicarle a él y a la Asamblea General las razones por las que no se podía convalidar el proceso electoral de Noviembre de ese año donde Fujimori quería barnizarse de demócrata, no quiso recibir a los personeros de la democracia, y ante la presión de Canadá, Costa Rica, Panamá y la Venezuela democrática, transigió para que se escuchara a la delegación de iure, en un salón distinto al principal, prefiriendo darle el lugar de privilegio a la delegación golpista y negándonos incluso la grabación de lo que se dijo en esa sesión. “Antes a la basura que a la oposición” serán palabras que posiblemente recuerda haber pronunciado ante funcionarios de ese organismo cuando se le solicitó el registro de lo allí debatido. Confundió que la oposición a la democracia estaba conformada por quien dio el golpe, no por quienes representaban al pueblo en el senado electo.

Dijo a modo de excusa que no sabía lo que iba a pasar después con Fujimori. ¿No conocía acaso, quien fue funcionario de la dictadura brasileña el sino y la manera como estas operan y las suciedades que se descubren cuando el secreto con que se conducen sale a la luz? Si alega haber actuado de buena fe, no se puede entonces excusar de haber sido totalmente incompetente.

Por ello es que, en ninguno de estos casos, el Perú puede darle la bienvenida ni olvidar el daño que nos hizo, por acción, por omisión o por ignorancia. Aquí no puede haber ni indulto ni olvido.




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MARIO VARGAS LLOSA: TALENTO, FIRMEZA Y PERSEVERANCIA

Alberto Borea Odría

            Imposible no expresar, para quien tiene alguna tribuna en nuestro país, la complacencia que los peruanos sentimos por el Nóbel otorgado a nuestro ilustre y querido Mario Vargas Llosa. En un país donde la envidia y la mezquindad parece ser la flor nacional, una conducta colectiva como la que ha promovido la concesión de este premio universal nos hace abrigar la esperanza de que esto cambie y que los éxitos de nuestros compatriotas sean vistos con alegría por todos. Seremos más grandes como país en tanto todos procuremos emular a nuestros adalides.
            Mario Vargas Llosa está dotado de un especial talento literario. Eso, quienes somos creyentes podemos atribuírselo a Dios y los que no a cualquier otro factor. Pero esa cualidad que lo adorna serviría de poco si es que no la hubiese acompañado con otras dos en donde sí ha jugado un papel especial su voluntad y su determinación: la perseverancia y la firmeza.
            Los grandes han tenido siempre talento, pero han debido cultivarlo y disciplinarlo para ponerlo en valor. Traducido a pequeños ejemplos que el lector entenderá bien, no basta tener las condiciones de Kukín Flores para ser un gran futbolista y que se le reconozca como tal.
            Beethoven decía que él era 98% perseverancia y 2% genio. Bolívar, el gran estratega que nos dio el triunfo militar señalaba que si tenía éxito era por su tenacidad. “Dios, decía, le concede el triunfo a la constancia”. No le atribuía el suceso en sus empeños al brillo inmenso que como militar tenía. Claro que ello puede ser una exageración generosa propia de los grandes, pero no deja de trazar una lección para que los países sean más grandes.
            Mario Vargas Llosa, ha declarado en diversos medios que es muy metódico en su trabajo y que la literatura exige una disciplina como todo en la vida. Una disciplina, además, muy exigente. No deja que su bien dotada inteligencia fluya sola. Se pone a trabajar desde temprano, la estimula, la pone en trance de expresarse de la más bella forma de la que él es posible de conseguir.
            Pero, además, nos deja el ejemplo de su determinación. Sus ideas y su posición que fueron modelándose como consecuencia de su inquietud por alcanzar la libertad y contribuir a la felicidad de las personas que conforman la sociedad a la que pertenece, el Perú en primer lugar, como lo reconoce y hace un buen tiempo el mundo, que lo cobija, han sido mantenidas contra viento y marea, aun a costa de no sintonizar con lo que se estima en el colectivo de la mediocridad como “políticamente correcto”.
            Si eso le resta el número de admiradores, mala suerte. Su palabra no cambiará por ello. Si eso le resta posibilidades de un premio, tampoco servirá de desvío de su eje de pensamiento. Eso es lo que Valentín Paniagua llamaba no sólo hombría de bien, que muchos tienen, sino “hombría de la otra”, aquella que es precisa en las coyunturas difíciles de los países y los continentes para poder hacer cambiar el rumbo de la historia, aunque en ese instante no se alcancen los triunfos o no se escuchen aplausos sino silbidos.
            Hoy, con un país en que paso a paso se alcanzan cotas más altas de calidad de vida, aunque la meta aún se halle lejana, las ideas de libertad y progreso que machacó Mario Vargas Llosa en su inmersión en un agua que no era la más suya en los años 90, han encontrado eco.
            Felicitaciones a Mario Vargas Llosa y que sigamos celebrando sus éxitos venideros.
           
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PROPUESTA PARA LAS ENCUESTADORAS

Alberto Borea Odría

A raíz de la reciente elección municipal, hay dos temas que deben de abordarse de frente y sin temores si queremos que la democracia sea el poder del pueblo debidamente informado. El primero que tocaremos en este artículo es el rol de las encuestadoras, el segundo, que dejaremos para el siguiente, el papel que han de jugar los medios de comunicación en la consolidación de un sistema que todos queremos preservar.
Las encuestas miden la opinión del momento. No cabe duda que algunas de las empresas que hacen ese trabajo lo hacen con seriedad, analizan lo que está pasando en ese instante y recogen los vaivenes en el humor de un país sin instituciones sólidas y por ello mismo sumamente cambiante.
Sin embargo, la presentación de sus resultados lleva a la población a una mayor confusión y da pretexto a los medios para impedir las informaciones que se generan en aquellos candidatos que no aparecen como favoritos o a quienes las encuestas empiezan a colocar (¿siempre de buena fe y correspondiendo a un trabajo serio?) como sorpresas.
Lo cierto es que sus resultados privilegian y marginan. Una opinión que debe hallarse en ebullición y donde debe de darse oídos a las propuestas de todos los candidatos, se comienza a cerrar prematuramente para algunos y se centra en sólo los dos o tres que aparecen con “posibilidades” de triunfo.
En un país donde no hay instituciones y no se vota todavía por programas o en consonancia con un ideal político, es necesario entonces advertir permanentemente a la población de que esos resultados son cambiantes y permitirle al país que analice las encuestas en torno a los antecedentes que registran las mismas empresas que las hacen.
Así como se le aclara al público acerca de las calidades o peligros de cualquier producto que consume, así también me parece necesario que se dicte una norma para que se obligue a las encuestadoras a señalar, antes de dar sus resultados, que en la muestra que con la misma anticipación que aquella que están mostrando en ese momento, se hizo en el anterior proceso electoral, sus resultados difirieron o coincidieron en tal porcentaje con el resultado final.
De esta forma habrá, además, un incentivo especial para que lo que se publique como resultado sea lo correcto y no sea utilizado, como también ha pasado, como propaganda electoral de tal o cual partido. El antecedente mostrado será la prueba de la credibilidad de cada una de esas empresas.
De esta forma, en el párrafo precedente al de la expresión de los resultados, el que deberá ser publicado, leído o mostrado con el suficiente tiempo o espacio para que la gente saque sus conclusiones, se ha de consignar algo así como:

En la encuesta realizada por esta empresa, faltando 6 meses para las elecciones del 2006, el resultado fue el siguiente:

El resultado de la elección del 2006 fue el siguiente:

Candidato A: 28%

Candidato A: 16%

Candidato B: 15%

Candidato B: 40%

Candidato C: 2%

Candidato C: 30%

Candidato D: 5%

Candidato D: 14%




De esta forma, quien lee una encuesta estará perfectamente avisado de la variabilidad de las mismas y de su carácter instantáneo, impidiendo que con el halo de ciencia exacta con que se quiere envolver a las mismas, le vendan al ciudadano gato por liebre e impidiendo que desde un primer instante, se vea constreñido a tener que decidir entre A y B por el temor al voto perdido.
Así iremos mejorando en democracia.





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¿DEMOCRACIA Y VOTO IGUAL EN LOS PARTIDOS?

Alberto Borea Odría

Aristóteles decía hace más de dos mil años que no siempre la ley más perfecta es la mejor ley. Eso tiene que ver, sin duda, con que siendo esta un instrumento que pretende normar la conducta social, ha de tomar en cuenta la realidad sobre la que se va a aplicar y la idiosincrasia o realidad formativa de la gente que exigirá su cumplimiento y la que deberá de obedecerla.
Se repite a cada instante el lugar común de que en los partidos políticos la democracia interna se construye con la fórmula de un militante un voto. Ello no es ni correcto ni conveniente. Ello significa traspasar la realidad nacional que es global y obligatoria a la realidad de una organización de la sociedad que es voluntaria y parcial. Mientras que en la primera todos tienen que participar por imperio de la Constitución que define quiénes son los ciudadanos y cómo participan en el proceso de poder, en la segunda sólo participan los que quieren, los que se sienten afines a los postulados o principios, los que pueden ser fijados por ellos mismos.
A ser ciudadano se llega luego de haber transcurrido 18 años como parte de un país, donde, se le ha inculcado desde niño a través de la educación, de la historia y los valores nacionales, así como de sus aspiraciones. Para ser miembro de un partido, no hay tanta preparación ni tanta presión social. Una persona se inscribe en una organización de estas por los más variados motivos y normalmente allí comienza recién el aprendizaje de los símbolos comunes y de las claves de la convivencia en esa organización.
Los partidos se desarrollan con relación al resto de la sociedad en la medida en que sus miembros se esfuerzan por cumplir las diversas tareas que hacen que esa organización se distinga y convoque a su seno a otros ciudadanos. Para ello es necesario un desempeño calificado de quienes lo integran.
Si bien una persona puede inscribirse en un partido, ese solo hecho no le puede significar la igualdad con todos aquellos otros que tienen años en la organización, que han empleado su tiempo y entregado un gran sacrificio a la causa y se han integrado con los valores de esa comunidad parcial.
Es por ello que en un partido político debe, a mi criterio, establecerse una democracia con voto calificado. Podría, por ejemplo, establecerse que se lleven libros donde se registre la antigüedad del militante, los servicios que el partido ha reconocido a lo largo de los años y las posiciones que en esa organización ha ocupado, además de otros méritos o deméritos, y otorgar un plus por cada uno de estos factores. Así, quienes se inscriben solamente porque presienten que ese partido tiene opción en el siguiente proceso, o han sido llevados a esa organización por algún pre candidato con el propósito de inclinar a su favor la balanza de la nominación, no distorsionarán la voluntad de la organización.
Si los partidos han de ser responsables por los candidatos que presentan, hay que acabar con las propuestas fáciles. Hay que hacer una modificación de la ley de partidos y hay que dejar de repetir conceptos si antes no se reflexiona bien sobre ellos y las consecuencias que traerá su implementación.
Democracia interna, sí. Responsable, como la que el país le pide a los partidos. Entrismo y copamiento electorero, no. Porque ello desmorona las organizaciones que deben de erigirse en intermediarios serios entre el pueblo y el poder.     
  
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LA ESTABILIDAD SOCIAL Y LA NECESIDAD DE LA REDISTRIBUCIÓN



El mundo se mueve por dos claves fundamentales, la búsqueda libertad y de igualdad. Siendo estos los dos bienes esenciales del ser humano. Todas las revoluciones del planeta, en todos los tiempos, se han iniciado a partir de cualquiera de estos dos conceptos. La falta de uno de ellos, la sensación que el hombre tiene menos libertad que la que merece y que la desigualdad no es propia de su condición de ser humano, ha hecho caer regímenes de todo tipo, desde los monárquicos o los teocráticos hasta aquellos que se denominaban democracias populares.
Es por ello que un sistema democrático debe de ser eficaz y debe proveer estos dos bienes de manera tangible o reconocible por los ciudadanos del país. Con mayor razón si el sistema mismo enarbola estos dos valores como esenciales en la convivencia.
La estabilidad del próximo régimen pasará entonces por hacer que el bienestar económico que se va alcanzando como resultado de la incorporación del Perú al sistema económico mundial llegue a la sociedad de alguna forma.
Asimismo porque el próximo Presidente de la República pueda ejercer un liderazgo en la conducción de la colectividad que le de legitimidad en el momento en que explica los momentos difíciles que han de pasarse en el tránsito a una mejoría en la economía de los peruanos.
Un gobierno que sólo privilegie o de la impresión que privilegie a los sectores más favorecidos de la población no gozará de estabilidad y la posibilidad de protestas callejeras que puedan llevar incluso a lo que en América Latina se ha denominado como golpes de calle (como los sucedidos en Ecuador, Argentina o Bolivia) será cada vez mayor con el consiguiente deterioro de todos los índices del país.

En ese sentido, se va a necesitar una base organizada en la sociedad y que tenga capacidad de conducción, base en todo el país o en la mayor parte de él y que cuente con cuadros que puedan tener una idea clara de los fines del gobierno y de lo que se espera del comportamiento de cada uno. La mísitica partidaria, la idea compartida, el sentimiento de pertenencia y de desarrollar una tarea que tenga un reconocimiento histórico va a ser central en el proceso futuro. El problema de caer en un partido organizado es que se puede cerrar los espacios públicos al resto de la ciudadanía que no forma parte de la organización triunfante, sobre todo en un país donde las oportunidades no son muchas.
Por otro lado, el problema de los movimientos aluvionales es que al no tener organización, y especialmente atendiendo a quien figura como conductor del movimiento alternativo al partido consolidado, se recueste sobre la Fuerza Armada para hacer un gobierno con base militar similar en cuanto a sus estructura política al que desarrolló Fujimori, quien tampoco tenía partido, con el consiguiente problema de la creciente falta de libertades y de crecimiento grosero de la corrupción, con el problema adicional de convertir a los ciudadanos en individuos y de tratar de desestructurar la sociedad.

En suma, la segunda vuelta decidirá entre un país más o menos institucionalizado.
Las perspectivas para el Perú serán buenas en tanto junto con la tarea que haga el gobernante dentro de las líneas institucionalistas esbozadas, se pueda ir creando polos de desarrollo político en que sin la dispersión que se presentó en este proceso, pueda irse formando nuevos cuadros en toda la clase dirigente, entendiendo por ello a los empresarios, dirigentes sociales, intelectuales, periodistas, etc.

En ese sentido, como se señaló más arriba, las escuelas de formación política, en conjunto con los think tanks, podrán ser la tarea inmediata, necesaria y básica de los próximos dos años en el Perú de cara a poder presentar nuevos y renovados cuadros que, a todo nivel, permitan impulsar orgánicamente un Perú con futuro y donde el sistema político se deslice sobre la base de la razón.


Alberto Borea Odria
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